Hace dos años me invitaron a publicar en radio Bío Bío, una columna digital sobre el proceso político que estaba viviendo la región. Luego de las elecciones presidenciales desarrolladas en Brasil, creo pertinente reponer esta discusión y comenzar a profundizar en lo que está pasando en nuestro barrio.
En los últimos meses los recientes resultados electorales en la región nos han dado señales que los gobiernos de izquierda han ido perdiendo supremacía, tras sufrir algunas derrotas electorales. Uno de estos primeros fenómenos ocurrió en la Argentina, que tras más de una década en el poder del Kirchnerismo, éste fue derrotado en 2015 en la segunda vuelta por el empresario Mauricio Macri. Varias fueron la explicaciones que se dieron para comprender el por qué el candidato del kirchnerismo, Scioli, perdió la elección. Que no tuvo todo el apoyo de Cristina Fernández, que la dicotomía entre peronistas versus kirchneristas jugó en su contra o que no supo sacar partido a los debates en que participó. En fin, lo cierto es que la fórmula política de Macri llamada Cambiemos, logró lo que se propuso: llegar al poder. Este hecho político fue el inicio de una ofensiva de la derecha latinoamericana por recuperar un espacio político perdido en la región, lugar donde había dejado de ser un actor gravitante.
Luego de las elecciones en la Argentina, ese mismo año la Mesa de la Unión Democrática (MUD) en Venezuela lograba la mayoría absoluta de la Asamblea Nacional, el órgano que ejerce el poder legislativo en el país del petróleo. Este triunfo electoral significó que hoy la derecha venezolana haya crecido de tal manera, que está impulsando un proceso revocatorio para sacar del poder al Presidente Nicolás Maduro y llamar a elecciones anticipadas. Esto se traduce en que la oposición venezolana polarizó la sociedad y endureció su discurso hacia el presidente y sus medidas políticas y económicas.
Otro de los presidentes que sufrió una derrota en las urnas fue el Presidente Evo Morales, quien en febrero de este año le consultó a los bolivianos si estaban de acuerdo o no en que el mandatario se presentara a un nuevo proceso electoral y continuara en el poder hasta el 2025. Luego de 10 años dirigiendo el país vecino, el pueblo boliviano finalmente le dijo que a Evo que No y truncó sus aspiraciones de seguir al mando del gobierno central. Quizás hay un agotamiento de su figura, más que el proyecto político que encarna; pero al margen de esto, el oficialismo debe rectificar varias cuestiones de contenido político para evitar una derrota ante la derecha boliviana.
Volviendo al Atlántico, la actual Presidenta del Brasil, Dilma Rouseff está viviendo sus horas más complejas desde que está en el poder. Tras los escándalos de corrupción de la empresa estatal, Petrobras y la operación Lava Jato, en que se descubrió desvío de dineros de la empresa para financiar campañas políticas, las acusaciones hacia ella y su entorno más próximo no han cesado. Este caso golpeó severamente la imagen de la presidenta, provocando una importante caída en su credibilidad y popularidad, cuestión que significó que hace algunas semanas la cámara de diputados diera luz verde para iniciar un proceso de destitución en su contra. ¿Golpe blando o legítimo recurso legislativo?. Lo que está claro es que Brasil está polarizado y cuenta hoy con una fragmentación parlamentaria que debilita al presidencialismo de coalición.
Finalmente Perú está a semanas de vivir una segunda vuelta electoral que enfrenta a dos candidatos muy similares programáticamente hablando. Por un lado la hija de Alberto Fujimori, Keiko Fujimori, y por el otro, Pedro Pablo Kuczynski (más conocido como PPK). La primera pertene a un modelo político de corte populista y nacionalista, con bastantes anticuerpos por el pasado golpista de su padre, y con una importante base de apoyo popular. PPK en cambio es un empresario neoliberal ortodoxo, muy pragmático, quien ya fue ministro de gobierno en el segundo mandato de Belaunde y también ministro de economía y Primer Ministro con el ex Presidente Alejandro Toledo. Ambos candidatos representan el continuismo del actual modelo económico peruano y han tenido duras palabras para los gobiernos bolivarianos en la región, particularmente hacia Venezuela.
¿Se abre un nuevo ciclo político en Latinoamérica? ¿Es posible hablar de un giro a la derecha en la región? A la luz de los resultados electorales estamos en presencia de una ofensiva de la derecha por recuperar presencia regional, que ha entendido que el copamiento de las redes sociales es un estrategia política necesaria para debilitar a los gobiernos llamados “progresistas” y que ha logrado unificarse y solidarizar con otras oposiciones latinoamericanas para alcanzar un objetivo en común: llegar al poder.