21 Apr

Es poco probable que algún estudiante de historia no haya leído o tenido en sus manos un maravilloso libro titulado “La historia comienza en Sumer” de Samuel Noah. Si no te suena el título, te recomiendo lo busques en la biblioteca o en la internet, pues te ayudará a comprender la realidad histórica que rodea a Siria. Sin embargo, la visión que se construya de ese país debe estar acompañada de variables geográficas que complementen tu postura, ya que es fundamental agregar dichos elementos para mejorar la comprensión de lo que pasa en ese país. Por eso antes de adentrarnos a las razones políticas que explican los hechos en Siria, miremos un poco su geografía. Siria está rodeada de estados que otorgan cierta estabilidad a la zona. Estos son Turquía, Israel, Irak o Irán, que ven en Siria una especie de contención a episodios de inestabilidad política que alteren las condiciones políticas de la zona. Esta geografía también ha permitido el surgimiento de posiciones religiosas enemistadas, tales como los kurdos, los suníes, alauitas, chiíes y católicos que en otra columna podremos explicar.

Siria siempre fue una zona de dominio imperial, comenzando por los persas, los griegos, los romanos y finalmente los turcos otomanos que se mantienen hasta el término de la primera guerra mundial. Luego Gran Bretaña y Francia establecen un acuerdo político secreto para repartirse la zona ( acuerdo Sykes –Picot 1916), cuyo resultado es el surgimiento de nuevos estados en territorio otomano, pero bajo el dominio de las potenciales centrales. Ahí aparecen Irak, Palestina y Siria con gobernantes impuestos por estas potencias para evitar perder el control de la zona, en muchos casos adoptando posiciones autoritarias que persisten durante mucho tiempo. En esta división del territorio Siria queda en manos de los franceses, quienes se apropian de los pocos yacimientos de petróleo que tiene el país, negociando su salida por el mar mediterráneo con compañías extranjeras. Este dato no es menor, pues explica los intereses que reviste la zona para varios actores internacionales. Luego del término de la segunda guerra mundial los estados centrales se retiran, dejando la construcción de su furo en manos de sus ciudadanos.

En el caso de Siria, este país entra en procesos de inestabilidad política expresadas en golpes militares, tiempo en el cual aparece una nueva expresión política, el Baaz que crece en el mundo árabe. Ésta es una ideología que se construye como antagonismo al colonialismo europeo de los años veinte y que busca revivir la cultura árabe en oposición a las ideas provenientes de las potencias europeas. Es una ideología que mezcla la idea de un mundo árabe con ideas socialistas y laicas (no religiosas) que se consolida en los años sesenta, apoyando decididamente la alianza entre Siria y Egipto, siendo en teoría la primea intención por construir una nación árabe universal. En esta etapa hay que hacer presente la figura del presidente egipcio, Gamal Abdel Nasser, quien contribuyó por unir a Egipto y Siria, en la llamada República Árabe Unida, la cual fracasa por la resistencia siria a ser gobernados desde El Cairo, conduciendo un golpe de estado en Damasco.

La participación de potencias centrales se explica porque hay países que necesitan que Siria logre estabilidad política y evitar que otras potencias tengan mayor injerencia en la zona. Qatar o Turquía buscan tener control en la zona más por cuestiones de política interna o de prestigio regional que intereses reales en Siria. Estos países buscan aumentar su influencia internacional y convertirse en grandes líderes regionales, cuidando que el otro no lo supere en crecimiento, a diferencia de Rusia, que tiene instalaciones navales en la zona de Tartús en la costa mediterránea. 

La guerra civil que azota la zona se enmarca dentro del proceso de levantamientos populares conocido como “la primavera árabe” en 2011 que se inicia en Túnez y continúa en Egipto, Libia  y se expande a Yemen. En el caso de Siria, en marzo de 2011 un grupo de jóvenes pintaron consignas revolucionarias en un muro de una escuela en Deraa, siendo arrestados por ese hecho. Este acto alentó a que cristalizaran una serie de movilizaciones sociales pidiendo que en Siria se abriera a la democracia y entregara más derechos a la población. Las revueltas más importante se produjeron en Damasco y en Alepo, para luego extenderse a otras regiones del país, situación que fragmentó al país en tres.  Por un lado Damasco controlada por el gobierno; por la zona norte dominada por los kurdos y el resto del país donde estaba la oposición, destacando el Frente Al Nusra cercana a Al Qaeda y el estado islámico, cuya zona dominada era Raqqa. Ambos grupos son islamistas y yihadistas.  Al Nusra en 2017 se fusionó con otros grupos islamistas para convertirse en Tahrir al Sham. También están presentes grupos rebeldes y moderados, como el Ejército Libre Sirio (ELS). De todos lo grupos, el más peligrosos en la zona es Al Nusra, pues ha logrado establecer alianzas con los grupos opositores a Al Asad, pues la visión de gobierno que es laica y pluralista es una amenaza para la creación de un verdadero estado islámico.

En el fondo Siria es geopolíticamente estratégica, pero vulnerable internamente, cuestiones que hacen pensar que el conflicto en dicho país está lejos de acabarse.

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